Miguel Arroyo nació en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1948. El 27 de agosto de 1971, tenía 22 años y era un muchacho que levantaba paredes de edificios y cosechaba en el campo, cuando un confuso episodio terminó en una causa judicial por lesiones leves en la provincia de Córdoba.
Si bien el delito que se le imputa es excarcelable, Arroyo hace 47 años que está encerrado, superando el récord del psicópata y múltiple asesino Carlos Eduardo Robledo Puch, quien está preso desde el 4 de febrero de 1972.
Su encierro se basó en un olvido de la Justicia, una inoperancia de las instituciones y en un desinterés de los profesionales que han tratado con este hombre durante, nada más y nada menos que 47 años.
Pero hace unas semanas una asistente social, que forma parte del equipo de la Unidad Asistencial 10, donde está alojado Arroyo, se mostró interesada y preocupada por este paciente.
Al revisar su ficha de ingreso, se encontró con la increíble realidad: Arroyo estaba encerrado hace 47 por un delito excarcelable.
Una historia de desidia y olvido, de abandono e injusticia, de soledad y negligencia que condenaron a un hombre a una pesadilla que duró 47 años, pero que lo acompañará el resto de su vida.